sábado, 25 de marzo de 2023

La luz al otro lado de la luna


 Autor: Geobanys Valle Rojas

Género: Relato

Foto tomada de Internet

Eva no sabía qué iba a encontrar esa noche. Pero salió a buscar, como si estuviera en Varadero. El taconear felino revelaba los pasos serenos, sus minifaldas mitómanas abultaban los glúteos ausentes, la ligera blusa mostraba los senos coposos, y el largo cabello bermejo tenía tiempo para jugar con el viento.

Llegó al malecón en calidad de reina. O al menos eso pretendía creer, cuando no se esconde la mirada altiva.

Un mundano brutal osó brindarle un cigarrillo, confiado en que ella ansiaba fuego, y solo halló una evasión que lo dejó para después. Pasó luego cerca de un grupo de jóvenes trovadores que interpretaban –entre risas regresivas- canciones tan revolucionarias como ellos. Entonces vaciló sin temor a los mozos más apuestos, aunque se vio obligada a seguir sin chistar por los piropos irrisorios y mordaces, y alguna que otra queja homofóbica.

Eva iba despertando de su sueño. Como los pies quedaban astrictos a aguantar las elevadas puyas, se detuvo un instante resuelta. Observó hacia un lado, luego al otro, y solo encontraba entre luces y estrellas: edificios, ruido, gente común y nada que le llamara la atención.

Pasó un auto. Y cuando pasó el segundo, extendió su mano haciéndole seña, como expresión de que deseaba que parara. Sin embargo, el puto coche continuó a la velocidad de la estrella fugaz que en ese momento se desprendía del cielo. Unos minutos estuvo aguardando a que pasara el tercer automóvil que le resultara sospechoso. Al ver que de aquello nada, se convenció de que tal vez sería mejor proseguir. Aunque Eva no tenía ninguna dirección.

La verdad es que esta era su primera noche, si bien supo disfrazar su rol advenedizo, aparentando que todo era cosa de la fortuna.

Fortuna…

Al fin llegó, cuando ya ella no buscaba. Apareció su tercer automóvil, un Peugeot de color blanco, para afirmar la frase de que a la tercera, va la vencida. El vehículo fue detenido a tan solo unos pies de la fogosa Eva. Sigilosamente y bien despacio, el chofer bajó la ventanilla para dejarse ver. ¡Y qué sorpresa!

Eva se había encontrado un tronco de rubio, con el cabello tan hermoso como el de DiCaprio, la sonrisa pícara de Brad Pitt, los ojos sensuales como los de George Clooney y una gallardía viril bien manifiesta.

Al toparse con ese mancebo vomitado por Apolo, Eva despertó temerosa de su sueño. La situación se tornó increíble. Tanto, que no pudo eludir al escepticismo. ¿Realmente ese hombre había parado por “ella”? ¿La habría confundido con alguna puta de los tiempos de Yarini?

Eva volvió a atisbar hacia los lados, y al verse sola descubrió que sí había despertado el interés de alguien. Se le acercó muy diplomática, y para disipar la confusión que pudo haberse sembrado en la mente del hermoso gallo, habló unas palabras que dejarían ver lo que intentaba ocultar. Porque Eva no era más que Marte en Venus.

Al escucharla, el galán le sonrió a sus anhelos. Y tras haber dado la seña, invitó a Eva a montarse en su carro, para perderse juntos sabrá Dios a qué otra dimensión de la luna.

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